23 may 2011

Lunes de relato

Aquel restaurante era muy intimo. Con una luz algo escasa y una música suave, era el lugar ideal para una cita romántica. Sin embargo, ella no estaba especialmente ansiosa por la cena, estaba ansiosa por lo que vendría después. Cada vez que le miraba, su deseo crecía más... Pronto, el ambiente en aquel reservado comenzaba a caldearse...

  • Uff, que hambre tengo... -Dijo antes de tomar un sorbo de su copa de vino.
  • No te preocupes, no tardarán demasiado. -Respondió el. Ella se mordió los labios seductora antes de responderle.
  • En realidad, es a ti a quien te lo comería todo.

El sonríe, se enrojece; no hay duda de que también la desea, solo hay que ver la forma en que sus ojos se desvían constantemente hacia sus pechos, apenas ocultos por el escote de su vestido y la forma en que su mano acaricia su muslo cada vez más arriba. La velada continúa, y con ella, los besos, las insinuaciones, los roces... Ambos se sienten cada vez más excitados. Ella deja caer un poco del vino por su pecho, y le pide que se lo quite. El, al principio avergonzado, accede y lame tímidamente su escote. Mientras, ella ha aprovechado para deslizar la mano a su entrepierna, donde siente una ya evidente erección.

  • No hagas eso, me estas volviendo loco...
  • Uhmm ¿Quieres que pare?- Le responde ella acariciándole con más fuerza.-¿Seguro?

Desde luego, el deseaba mucho más que eso, deseaba tumbarla sobre la mesa y penetrarla hasta quedar sin sentido, ambos lo sabían, pero el pudor les mantenía sujetos a las sillas, tentándose, insinuándose, desnudándose con la mirada. El pecho de ella subía y bajaba al ritmo de su respiración, cada vez más entrecortada... Finalmente, algo cambió cuando el camarero les trajo el postre...

  • Ya no aguanto más. -Susurró ella mientras le hacía ponerse en pie y le tumbaba sobre la mesa. El se dejo hacer, incapaz de controlarse, incapaz de resistirse. Ella le arrebató la camiseta y le desabrochó el pantalón.
  • Hoy tú vas a ser mi postre.
Tomó el helado que le habían traído y lo derramó sobre él, dispuesta a comerle por completo. Encontró su pene y comenzó a lamerlo con ansia, mezclando su sabor con el del chocolate,. Sintiendo cómo su erección crecía tanto como su propia excitación, satisfecha ahora por sus dedos, que habían encontrado su punto débil y jugaban ahora con él, volviéndola loca de deseo. Siguió disfrutando de su polla y deslizó los labios por toda ella, sintiéndola con la lengua a cada acometida. Pero pronto se cansó de aquello, y se subió también ella sobre la mesa, sobre él. Tomó el otro postre que aún les quedaba y lo derramó sobre su propio pecho, dejando que él le lamiera los senos y los pezones mientras le follaba sin poder controlarse. Se dio cuenta de que los presentes en el restaurante estaban viendo el espectáculo, pero lejos de escandalizarse, observaban, excitándose ellos también cada vez más; lo que le resultó aún más delicioso. Dejó que sus gemidos se oyeran por toda la sala, mientras le besaba y le mordía con fuerza, con todo su cuerpo temblando ante el placer que le provocaba cada golpe que recibía de sus caderas. Tomó el vino y lo derramó en su boca, bebiendo de ella y estremeciéndose, hasta que, con un escalofrío, alcanzó un orgasmo, apenas unos segundos antes que él.

  • Afuera, un matrimonio encontraba en la puerta del restaurante el cartel de “cerrado”.  

3 comentarios:

  1. Que buen relato,muy bien llevado, la pasión va poco a poco subiendo hasta que se desborda.

    Felicidades.Un saludo

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  2. Cosas así deberian ser más habituales, ¿que no? Me alegro de que os guste.

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